jueves, 14 de junio de 2012

EL concierto, EL viaje y EL momento que no pudieron ser

Hace mucho que no escribo pero hoy me ha ocurrido algo que me ha dado que pensar, que de un día para otro, todo puede cambiar y puede darse la vuelta a la tortilla en cuestión de segundos.

Todo comienza cuando un día hablando con unos amigos, comentas que pagarías lo que fuera por ir a ver un concierto de Chuck Berry y que, desgraciadamente, no podrás verlo porque ya es mayor y no da muchos conciertos fuera de su Saint Louis natal. Resignado te vas a dormir y al día siguiente descubres que en menos de un mes, ofrece un concierto en Le Cannet a 13 horas en tren, que pocas parecen si se comparan con la lejanía de Missouri. Propones el viaje y solamente una pequeña amante de la buena música decide acompañarte. Durante semanas preparas el viaje, mueves cielo y tierra para conseguir un par de entradas, consigues tren de ida y vuelta tras decenas de intentos y por último consigues un hotel decente en el que descansar después del gran concierto. Ya está todo preparado; entradas, alojamiento, viaje y buena compañía.

Va pasando la semana sin dejar de repetir que no hay un plan mejor. Una buena semana, que llega al miércoles, un día que, para no desentonar con el resto de semana, comienza muy bien. Sigues contando las horas para coger ese tren y a eso de las 16:30 recibes una llamada de tu madre que te dice que el concierto se ha suspendido, no hay motivos, no hay explicaciones, simplemente se ha suspendido. En ese momento, la gente solo te dice que tampoco es para tanto, que ya habrá otros... Pero no lo entienden. 

No era solamente un concierto, era EL concierto, era EL viaje y era EL momento. 
Era EL concierto soñado, el concierto del padre (ya abuelo) del Rock&Roll, el concierto de Chuck Berry, mi ídolo.

Era EL viaje, el viaje a un lugar especial, Cannes (recuerdos de aquel interrail), era el viaje con una compañía insuperable. 

Y por último era EL momento, el momento de desesterarse, el momento de pasarlo bien y no pensar y el momento de dejar atrás mis "tonterías y mierdas".

Te queda la esperanza de que todo sea una broma y cuando ves que no es así, deseas que no ocurra nada grave y que en unos meses puedas disfrutar de ese concierto y te rías de todo lo ocurrido. Seguramente muchos no entenderéis de que estoy hablando. El que quiera entender, que entienda. 

Os dejo con una actuación de este abuelo entrañable que a sus 86 años sigue emocionando a un joven de 20. 





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